Lo esencial es invisible a los ojos

La idea es, por lo tanto, capturar este equilibrio perfecto que puede aparecer y desaparecer en un abrir y cerrar de ojos, y es a través de sus ojos como el fotógrafo tiene que darse cuenta de la presencia del momento y tomar la foto.

Pierre Poulain
Pierre Poulain

Objetivamente, una foto, desde antes de la era digital, ha sido más que una simple colección de píxeles o granos de plata. Es posible describir una fotografía, pero no hay descripción alguna que sea capaz de transmitir su esencia, porque la descripción se limita únicamente a lo visible, y lo esencial va mucho más allá.

 

Una descripción podría ser algo así: Esta es una foto en blanco y negro, vemos  agua, podría ser un lago, un río o el mar. En la esquina superior derecha podemos ver un barco con cuatro personas en su interior. Sólo vemos sus espaldas, uno viste de blanco, etc.

 

No importa cuán precisa sea una descripción, únicamente nos detalla la combinación de píxeles. Esto nunca va a transmitir la idea ni el sentimiento que alberga una persona al ver la fotografía.

 

Un buen fotógrafo captura una idea esencial e impersonal, o un sentimiento, una parte de la realidad objetiva. Nos permite comunicarnos con esta idea o sentimiento, no a través de un proceso intelectual, sino mental e intuitivo. Vilém Flusser, en su ensayo titulado “Para una filosofía de la fotografía” (en francés trad. Ed. Circe, marzo de 2004), escribe: lo que caracteriza a la historia en su conjunto, es la lucha de la escritura contra la imagen, de la conciencia histórica contra la mágica. 

 

Podemos decir “leer una fotografía”, porque aunque no se refiera a un sentido literal, la comprensión de una imagen nos obliga a utilizar un lenguaje especial, un código hermético. Nos permite develar el arquetipo invisible, que siempre está presente, pero escondido más allá de los píxeles. 

Curso Online

La Estética aplicada a la fotografía de calle

Redescubre el SENTIDO de comunicar, la BELLEZA de la imagen y el EQUILIBRIO de las formas.

Cuando estudiamos las filosofías y tradiciones clásicas, vemos que el ser humano nunca limita la realidad a sus aspectos visibles y materiales; por el contrario, siempre ha dado la importancia predominante a lo invisible, a lo sagrado.

 

La aparición de las concepciones materialistas del mundo, en Europa, durante el siglo XIX, junto con la revolución industrial, nos hizo creer que lo sagrado había desaparecido. En aquel momento, la ciencia y la lógica racional atribuyeron estos valores a las mentes primitivas. Sin embargo, el tiempo ha pasado y ahora no solamente lo sagrado no se considera muerto, sino que está resurgiendo cada vez con más fuerza. André Malraux, político y dramaturgo francés, dijo: El siglo XXI será espiritual, o no será. 

 

Uno de los avances más significativos en la concepción de lo sagrado es el creado por el antropólogo de las religiones Mircea Eliade, cuando escribió: “La hermenéutica así concebida, reconoce lo sagrado como un elemento en la estructura de la conciencia, no un momento en la historia de la conciencia”. (David Rasmussen, Símbolos e Interpretaciones, p.33, Editorial Académica Kluwer). 

 

Las filosofías antiguas, tanto orientales como occidentales, también han incluido la dimensión invisible como parte de la realidad. En la antigua Grecia, el mundo estaba dividido en tres planos: Nous, Psique y Soma. Según Platón, Nous es el plano de lo Inteligible, aquel que contiene el sentido inteligente o finalidad de la existencia, lo invisible; Psique es el intelecto y la esfera emocional, y junto con Soma, la encarnación material, crean el plano sensible, lo visible.

En la cultura de la India tradicionalmente encontramos siete planos, de los cuales los tres superiores están vinculados a lo invisible, y los cuatro inferiores a lo visible. Los planos superiores son la realidad última: se conocen como Atma (la última unidad del ser), Buddhi (la intuición) y Manas (la inteligencia, aunque no tiene nada que ver, en este contexto, con la comprensión intelectual).

Los cuatro planos visibles conforman lo que en la cultura hindú llamarían “Maya”, (…) que se puede comparar con el plano sensible de la filosofía occidental, y lo más interesante acerca del mismo es que constituye la Ilusión por excelencia.

 

Para una mente occidental, una ilusión es algo externa a la realidad, pero para una mente oriental, algo que existe puede ser considerado como una ilusión si su existencia es temporal y no eterna. De acuerdo con esta concepción, lo invisible, la morada de lo Sagrado y de los Arquetipos, sería la única realidad. 

 

Esto guarda relación con el mundo de las Ideas, tal como lo define Platón. Los sentimientos son sus proyecciones en la esfera visible, tal como las opiniones y las emociones son sólo sombras e ilusiones. Son los productos de Maya.

 

Cuando se trata de la fotografía, describir lo visible es describir el mundo de Maya. Se trata de una pura ilusión construida sólo de píxeles y matices limitados de gris o de colores. La realidad, la verdad detrás de una imagen, su idea y su sentimiento no se pueden describir, porque no pertenecen a la esfera visible, sino a lo invisible. Esta es la razón por la que una fotografía tiene que ser vista a través de los ojos del alma, por lo menos tanto como con nuestros ojos físicos.

 

Una fotografía es una puerta, un pasaje abierto de lo inteligible a lo sensible, de lo invisible a lo visible. Mirar en su naturaleza interna es como mirarse en un espejo: puede ayudar a conocernos a nosotros mismos.

pierre-poulain

PIERRE POULAIN

Fotógrafo de calle profesional, conferenciante y autor del libro Fotosofía

Comparte con tus amigos

También te puede interesar