El Bosque Sagrado de Arnold Böcklin: Un ejemplo del Arte Sagrado del siglo XIX

 

Böcklin es un artista simbolista fundamental del siglo XIX. En sus obras combina mitologías clásicas con el folklore germánico realizando una maravillosa fusión de naturalismo y expresionismo, primando fundamentalmente su espíritu simbolista. Por esta razón terminaría por convertirse en un representante destacado del Movimiento Simbolista aunque este reconocimiento no le llegaría en vida.

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Hugo Ferreira Quirós

Pintado en 1882, “El Bosque Sagrado” es una obra cuya técnica es temple barnizado sobre lienzo acometida por el pintor suizo Arnold Böcklin (1827-1901). Actualmente se encuentra en el Museo de Arte de Basilea, Suiza y sus dimensiones son 105mm por 150,6mm.

 

Böcklin es un artista simbolista fundamental del siglo XIX. En sus obras combina mitologías clásicas con el folklore germánico realizando una maravillosa fusión de naturalismo y expresionismo, primando fundamentalmente su espíritu simbolista. Por esta razón terminaría por convertirse en un representante destacado del Movimiento Simbolista aunque este reconocimiento no le llegaría en vida.

 

El tema de la obra que nos ocupa permite al espectador acceder directamente al mundo privado del propio artista, un mundo que resulta a la vez soñador y melancólico. Alude a una escena que se ubica en un instante entre dos luces, probablemente al amanecer, pues desde la derecha proviene un resplandor luminoso propio de las primeras horas del día. Los personajes de la obra destacan con un claroscuro enigmático. Son nueve y están ataviados con blancas túnicas que cubren su cabeza. Son personajes anónimos, posiblemente miembros de una fraternidad, que están en un claro de un bosque mostrando respeto ritual hacia un pebetero ígneo que arde encima de un pedestal prismático. Mientras los tres personajes centrales demuestran devoción al arrodillarse, los seis restantes aluden a una procesión ceremonial. Nos recuerda el carácter sagrado del fuego desde la noche de los tiempos, cuando la divinidad nos otorgó la capacidad de concienciar nuestra mente inmortal.

 

El concepto de la obra puede connotar el sentido etimológico de la palabra templo que proviene del latín “Templum” qué significa un claro en el bosque, un lugar de la naturaleza para rendir tributo a la divinidad. Es el sentido primigenio del lugar sagrado por excelencia.

A la derecha de la obra se sugiere la presencia de un templo griego de estilo dórico, cuestión que se deduce por la falta de base en las columnas estriadas y robustas; templo que extiende su basamento a modo de muelle, con una escultura divina en su extremo. Al expresar un carácter helénico de la escena es posible que evoque al Mito de Prometeo, el titán que regaló el Fuego Sagrado a la Humanidad. El desnivel del terreno sugiere además una pendiente hacia un valle o un mar.

 

Es destacable el precioso naturalismo con que ilustra a los árboles luminosos y como el reflejo de ese fuego se suma al resplandor solar del amanecer, dotando a la obra de una dualidad que contrasta con los árboles que están en sombra.

 

Las pinturas de Böcklin generan un efecto de brillante esplendor y misterio.

En la primera mitad del siglo XX algunos pintores surrealistas como Giorgio de Chirico, Salvador Dalí o Max Ernst, reconocieron el talento de este artista, señalándolo como su predecesor y encontrando en sus obras una fuente de inspiración constante.

 

El Bosque Sagrado de Arnold Böcklin constituye un excelente exponente del Arte Sagrado. *

HUGO FERREIRA QUIRÓS

Arquitecto

Colaborador activo del Instituto Internacional de Arquitectura y Artes Plásticas Fidias.

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