Arte y Fotografía

¿Es la fotografía un arte? Y si es así, ¿es un arte mayor como la pintura, o menor? Antes de responder a esta pregunta, primero hay que entender lo que es Arte.

arte y fotografía
Picture of Pierre Poulain
Pierre Poulain

La Enciclopedia Británica en línea define el arte como “el uso de la habilidad y la imaginación en la creación de objetos estéticos, ambientes o experiencias que se pueden compartir con los demás”.

Lamentablemente, con esta definición de arte se ha abierto una puerta hacia muchos excesos, que permite que casi cualquier cosa pueda ser considerada como arte. Nunca olvidaré mi sorpresa cuando, al comienzo del milenio, vi en el teatro de la ópera de Tel-Aviv una exposición de arte de inodoros pintados. En este caso, los inodoros eran no sólo el apoyo de una exposición de pintura artística, sino  el concepto artístico en sí mismo. 

 

Ninguno de estos asientos de inodoros pintados contenía sentido estético ni espiritual alguno, y debo decir que  ninguno de ellos  provocó una impresión lo suficientemente fuerte en mí como para haber sido capturada y guardada hasta ahora en mi memoria, pero  sí recuerdo una cosa: ese día entendí claramente que no toda producción, considerada como arte, es realmente Arte. 

 

Por lo tanto, ¿qué es realmente arte? Tal vez tengamos un conocimiento más preciso de la definición de la Enciclopedia Británica si pensamos en el concepto “imaginación” (“el uso de la habilidad y la imaginación“) y lo separamos claramente de lo que llamaremos

“fantasía”. 

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La imaginación es la capacidad de “ver lo invisible”, es decir, percibir algo que existe pero que no se expresa en el mundo sensible. Imaginar es ver con los ojos del alma, es la capacidad de llegar a un nivel de la realidad más transparente y sutil, hecho de símbolos, imágenes y sonidos: las ideas platónicas, los Arquetipos. La obra de arte es así el resultado del proceso de la imaginación, la transposición en lo sensible y por medio de una forma -física, acústica, gestual o fotográfica- de la parcela de la realidad percibida, captada y vista por el artista. 

 

El artista es así en realidad un verdadero Prometeo, que no roba el fuego a Zeus para ofrecérselo a la humanidad, como hizo el héroe divino, sino que roba la visión de los arquetipos, especialmente Belleza y Armonía, y hace que sea perceptible para el resto de la humanidad a través de su propio arte. 

 

La fantasía es todo lo contrario. Es el acto de elaborar cosas que no existen en el orden natural, ni en lo visible, ni en lo invisible. Sólo existen en nuestra mente (si no, no las podríamos producir). El resultado del proceso de la fantasía es una combinación de elementos intelectuales y/o emocionales, sombras deformadas de los arquetipos, que dará como resultado una cierta complejidad. 

 

Por el contrario, la imaginación lleva a la simplicidad, ya que la verdadera obra de arte es siempre la manifestación de una única y misma Belleza y Armonía. 

 

De alguna manera, la relación entre la imaginación y la fantasía es similar a la relación entre la sabiduría y el conocimiento: la principal característica de los sabios es su capacidad de dar una respuesta sencilla, clara y precisa a las más profundas y aparentemente complejas preguntas, mientras que la principal característica de los hombres no sabios es la elaboración de las respuestas más complicadas y oscuras a las preguntas más simples y fundamentales. 

 

Una de las definiciones más precisas del arte como un proceso espiritual sigue siendo la propuesta por el filósofo egipcio del siglo III a. C., Plotino: El Arte no es una reproducción fiel de lo que se ve, sino que se remonta a los principios mentales de los que se deriva la misma naturaleza”.

Por lo tanto, si el arte es la capacidad de imaginar la belleza arquetípica y desarrollar su receptáculo -que puede ser, nuevamente, forma, sonidos, imágenes, etc.-, su función es en realidad permitir que esta belleza se revele en nuestro mundo sensible. ¿Cuáles serían las virtudes o las cualidades que cualquiera de nosotros necesitaríamos desarrollar con el fin de convertirnos en un artista? 

 

El artista tiene que desarrollar en primer lugar su imaginación. Sólo así podrá percibir lo invisible, los arquetipos, como el fotógrafo cuando toma una foto sin reconocer.

 

Pero hay más: el artista no sólo busca un puente que permita cruzar la frontera entre lo visible y lo invisible, en la búsqueda de la belleza arquetípica. Este puente no existe fuera del propio artista, por lo que éste tiene que llegar a ser él mismo el puente. (…)

Convertirse en el puente es al mismo tiempo el proceso y el resultado de una experiencia espiritual: para llegar a la orilla superior, la de la esfera inteligible, el artista tiene que ampliar los límites de su conciencia. Para caminar en el puente tiene que convertirse en el puente mismo. 

 

¿Es la fotografía un arte?

 

La respuesta no radica en la propia fotografía. Depende del fotógrafo. Cuando el fotógrafo se convierte en ese puente, entonces la fotografía puede ser el reflejo de la armonía arquetípica, único criterio realmente válido para calificarla como arte. De lo contrario, la fotografía no será más que el producto del propio fotógrafo: reflejará su propia sensibilidad, sus emociones y sus pensamientos. Puede ser una imagen conmovedora, profunda e interesante, pero será el reflejo de un hombre, no de un arquetipo. Podrá ser emoción, pero no será arte.

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PIERRE POULAIN

Fotógrafo de calle profesional, conferenciante y autor del libro Fotosofía

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