Geometría Sagrada en el caparazón de un erizo marino

Hace unos días, al abrir la puerta de un armario, un caparazón de erizo marino (Paracentrotus lividus) cayó al suelo y se hizo pedazos. Al ver los fragmentos dispersos, lamenté su rotura, pero pronto decidí extraer de este accidente una reflexión constructiva.

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Hugo Ferreira Quirós

Lo primero que me asombró fue la geometría del caparazón. Su estructura, tan precisa y armónica, difícilmente podría ser fruto del azar; más bien, parecería el resultado de un diseño meticuloso con un propósito específico. Esto me llevó a contemplar la posibilidad de un creador, un geómetra que trazó cada detalle con intención y exactitud. Sin embargo, muchos intelectuales ateos atribuirían esta complejidad estructural a la evolución y la casualidad.

El caparazón se partió en dos mitades perfectas, de modo que al unirlas con mis dedos recuperaban su forma original. Al observarlo desde arriba, noté que el hueco central delineaba un pentágono regular, evocando la idea de nuestra propia quintaesencia humana. Desde abajo, en cambio, el contorno se expandía en un polígono que tendía hacia la circunferencia, reflejando una progresión geométrica fascinante.

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El caparazón se partió en dos mitades perfectas

La superficie exterior mostraba una textura singular, con cinco nervios que emergían en cada lado del pentágono superior, diferenciándose del resto de la estructura donde se insertaban las espinas del erizo. En el interior, descubrí la arquitectura autoportante de su cúpula, diseñada con una armonía sorprendente para brindar resistencia y protección al ser vivo que albergaba. Al analizar su forma con trazados geométricos, hallé la impronta de la espiral áurea y la proporción dorada, signos inequívocos de un orden inteligente.

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Trazados geométricos sobre el erizo de mar

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Del lamento inicial por la rotura de esta joya natural surgieron nuevas comprensiones. “Todo sucede por alguna razón”, concluí. De no haberse caído, no habría reparado en la asombrosa meticulosidad de su diseño ni en la manifestación de un orden creador.

Este pequeño incidente reafirmó mi convicción de que formamos parte de un Cosmos maravilloso, concebido con propósito por una inteligencia superior, ya sea llamada Dios, Alá, Demiurgo o simplemente Naturaleza.

En los detalles más simples podemos hallar razones para dar sentido a nuestra existencia y armonizarnos con el Universo. Como recreador y plasmador de formas plásticas y visuales, debo inspirarme en formas naturales, como ejemplos de armonía y proporción, siguiendo una vez más al gran Geómetra del Universo en su huella inefable.*

HUGO FERREIRA QUIRÓS

Arquitecto

Colaborador activo del Instituto Internacional de Arquitectura y Artes Plásticas Fidias.

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